Implantación del Temple en Europa

 
 
Tras su expulsión de Tierra Santa los templarios intentarían reconquistar cabezas de puente para su nueva penetración en el Oriente Medio desde Chipre, siendo la única de las tres grandes órdenes de caballería que lo hizo, pues tanto los Hospitalarios como los Caballeros Teutónicos dirigieron sus intereses a diferentes lugares. La isla de Arwad, perdida en septiembre de 1302 fue la última posesión de los templarios en Tierra Santa. Los jefes de la guarnición murieron (Barthélemy de Quincy, Hugo de Ampurias) o fueron capturados, como fray Dalmau de Rocabertí.
Este esfuerzo se revelaría a la postre inútil, no tanto por la falta de medios o de voluntad, como por el hecho de que la mentalidad había cambiado y a ningún poder de Europa le interesaba ya la conquista de los Santos Lugares, con lo que los templarios se hallaron solos. De hecho, una de las razones por las que al parecer Jacques de Molay se encontraba en Francia cuando lo capturaron era la intención de convencer al rey francés de emprender una nueva Cruzada.

Historia por países
 
Templarios en la Corona de Aragón
La orden comienza su implantación en la zona oriental de la Península Ibérica en la década de 1130. En 1131, el conde de Barcelona Ramón Berenguer III pide su entrada en la orden, y en 1134, el testamento de Alfonso I de Aragón les cede su reino a los templarios, junto a otras órdenes, como los hospitalarios o la del Santo Sepulcro. Este testamento sería revocado, y los nobles aragoneses, disconformes, entregaron la corona a Ramiro II, aunque hicieron numerosas concesiones, tanto de tierras como de derechos comerciales a las órdenes para que renunciaran. Este rey buscaba la unión con Barcelona de la que nacería la Corona de Aragón.
Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y príncipe de Aragón pronto llegaría a un acuerdo con los templarios para que colaboraran en la Reconquista, la concordia de Gerona, en 1143, por la que recibieron los castillos de Monzón, Mongay, Chalamera, Barberá, Remolins y Corbins, junto con la Orden militar de Belchite de Lope Sanz, favoreciéndoles con donaciones de tierras, así como con derechos sobre las conquistas (un quinto de las tierras conquistadas, el diezmo eclesiástico, parte de las parias cobradas a los reinos taifas). También, según estas condiciones, cualquier paz o tregua tendría que ser consentida por los templarios, y no sólo por el rey.
Como en toda Europa, numerosas donaciones de padres que no podían dar un título nobiliario más que al hijo mayor, y buscaban cargos eclesiásticos, militares, cortesanos o en órdenes religiosas, enriquecieron a la orden.
En 1148, por su colaboración en las conquistas del sur del Patrimonio del Casal de Aragón, los templarios recibieron tierras en Tortosa (de la que tras comprar las partes del príncipe de Aragón y conde de Barcelona y los genoveses quedaron como señores) y de Lérida (donde se quedaron en Gardeny y Corbins). Tras una resistencia que se prolongaría hasta 1153, cayeron las últimas plazas de la región, recibiendo los templarios Miravet, en una importante situación en el Ebro.
Tras la derrota de Muret, que supuso la pérdida del imperio transpirenaico aragonés, los templarios se convirtieron en custodios del heredero a la corona en el castillo de Monzón. Este, Jaime I el Conquistador, contaría con apoyo templario en sus campañas en Mallorca (donde recibirían un tercio de la ciudad, así como otras concesiones en ella), y en Valencia (donde de nuevo recibieron un tercio de la ciudad).
Los templarios se mantuvieron fieles al rey Pedro III de Aragón, permaneciendo a su lado durante la excomunión que sufrió a raíz de su lucha contra los angevinos de Francia en Italia.
Finalmente los Templarios se asentarán en Aragón gracias a la absorción de la Orden del Santo Redentor, de Teruel, en 1196, que a su vez se había beneficiado de la disolución de la Orden de Monte Gaudio en 1188, fundada en Alfambra.
 
Los templarios en Castilla
Los templarios ayudaron a la repoblación de zonas conquistadas por los cristianos, creando asentamientos en los que edificaban ermitas bajo la advocación de mártires cristianos, como es el caso de Hervás, población del Señorío de Béjar.
Ante la invasión almohade, los templarios lucharon en el ejército cristiano, venciendo junto a los reinos de Castilla (Alfonso VIII), Navarra (Sancho VII) y Aragón (Pedro II) en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), siendo el monarca leonés Alfonso IX, el único rey que no acude a la batalla.
En 1265, colaboraron en la conquista de Murcia, que se había levantado en armas, recibiendo en recompensa Jerez de los Caballeros, Fregenal de la Sierra, el castillo de Murcia y Caravaca.

En Portugal
Los templarios entran en Portugal en tiempos de la condesa Teresa de León, de la que reciben el castillo de Soure en 1127. Un año después reciben Castelo de Soure a cambio de su colaboración en la Reconquista. En 1145 reciben Castelo de Longroiva por su ayuda a Alfonso Henriques en la toma de Santarém.
En 1160 reciben Tomar, que se convertiría en su sede regional.
A la bula papal ordenando la disolución, los reyes portugueses cambiaron el nombre de la orden en Portugal por el de Orden de Cristo, aunque con sustanciales diferencias respecto a la Orden del Templo original, sobre todo en cuanto a regla, votos y forma de elección de los cargos.

En Inglaterra, Escocia e Irlanda
En Inglaterra, país muy unido a Francia, dado que en la época el Rey inglés era a la sazón (entre otros títulos) Duque de Normandía y señor de numerosos feudos franceses, la Orden estuvo presente muy rápido.
Si bien su presencia no alcanzó la extensión que poseía en Francia, no es menos cierto que fue de vital importancia, no sólo territorialmente, sino políticamente. De hecho, el conocido Ricardo Corazón de León (Ricardo I de Inglaterra) fue un benefactor de la Orden y un magnate de ella, tanto que su escolta personal la componían templarios y que a su muerte dicen fue vestido con el hábito de los mismos. Asimismo tuvo gran simpatía por los templarios Guillermo El Mariscal, que fue considerado en su época el mejor caballero que había montado a caballo.
Tal es así, que los historiadores han llegado a la conclusión de que cualquier topónimo inglés, escocés o irlandés que empiece o acabe en "Temple" es, a la postre, una antigua posesión de los templarios.
 
Polonia
Los templarios no estuvieron activos en Polonia hasta el siglo XIII, cuando el príncipe silesio Henryk Brodaty les cedió propiedades en las tierras de Olawy (Olesnica Mala) y Lietzen (Lesnica). Más tarde Wladyslaw Odoniec les donaría Myslibórz, Wielka Wies, Chwarszczany y Walcz. El príncipe polaco Przemyslaw II les entregaría Czaplinek. La Orden llegaría a tener en Polonia al menos doce komandorie (comendadores), que según algunos historiadores pudieron ser hasta cincuenta. A pesar de su lejanía de Tierra Santa y del Mediterráneo, que era el centro de la Orden, llegaría a haber entre ciento cincuenta y doscientos caballeros en Polonia, de procedencia mayoritariamente germánica. El número de caballeros polacos es difícil de estimar. A la disolución de la Orden, la inmensa mayoría de ellos se pasaron a la Orden de los Caballeros Hospitalarios o a la de los Caballeros Teutónicos.
 
El final de la Orden
El último Gran Maestre, fray Jacques de Molay se negó a aceptar el proyecto de fusión de las órdenes militares bajo un único rey soltero o viudo (Proyecto Rex Bellator, impulsado por el gran sabio Ramón Llull), a pesar de las presiones papales. El 6 de junio de 1306 fue llamado a Poitiers por el Papa Clemente V para un último intento, tras cuyo fracaso, el destino de la Orden quedó sellado. Felipe IV de Francia, el Hermoso, ante las deudas que su país había adquirido, entre otras cosas, por el préstamo que su abuelo Luis IX solicitó para pagar su rescate tras ser capturado en la Séptima Cruzada, y su deseo de un Estado fuerte, con el rey concentrando todo el poder (que, entre otros obstáculos, debía superar el poder de la Iglesia y las diversas órdenes religiosas como los templarios), convenció (o más bien, intimidó) al Papa Clemente V,fuertemente ligado a Francia, pues era de su hechura, de que iniciase un proceso contra los templarios acusándolos de sacrilegio a la cruz, herejía, sodomía y adoración a ídolos paganos (se les acusó de escupir sobre la cruz, renegar de Cristo a través de la práctica de ritos heréticos, de adorar a Baphomet y de tener contacto homosexual, entre otras cosas).

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